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Tuesday, January 24, 2017

'Rompiendo el silencio', una mirada 'selectiva' a la violencia contra la mujer

'Rompiendo el silencio', una mirada 'selectiva' a la violencia contra la
mujer
YUSIMÍ RODRÍGUEZ LÓPEZ | La Habana | 24 de Enero de 2017 - 10:24 CET.

En diciembre de 2016, la Televisión Cubana comenzó a transmitir los
martes por la noche la serie de factura nacional Rompiendo el silencio.
Aquí, el silencio que se rompe —o se intenta romper— es el de la
sociedad y, específicamente, las mujeres, sobre la violencia contra ellas.

La violencia contra la mujer es un fenómeno generalizado al punto de ser
visto como normal e incluso legítimo en sociedades patriarcales y
machistas como la nuestra. Es innegable que la Revolución Cubana
representó avances importantes para las féminas, como la libertad de
optar por un aborto, mientras en muchos países de la región y del mundo
esta práctica es aún ilegal, incluso si la mujer (o la niña) ha sido
violada, o el embarazo pone en peligro su vida. Pero en la misma medida
que no logró extirpar el racismo de nuestra sociedad, pese a haber
proclamado su erradicación, la Revolución no significó el fin del
machismo ni de la violencia contra las mujeres en Cuba. Por mucho
tiempo, lo que ha existido es silencio y falta de cifras sobre esta
realidad, que ha cobrado vidas en el país.

Rompiendo el silencio, dirigida por Lucía y Rolando Chiong (el último
también guionista junto a Legna Pérez), no es una denuncia de la
violencia contra la mujer sino de las distintas formas de esta, incluso
las que tendemos a pasar por alto y a no identificar como tal, como la
"bienintencionada" tiranía de quienes creen saber qué es mejor para
nosotras.

El programa ha abordado tanto el maltrato físico como el psicológico; no
ha circunscrito la violencia contra la mujer a espacios marginales, a
víctimas y victimarios con bajo nivel educacional. Ha sido acertado al
presentar una diversidad de edades, razas y entornos familiares, como
evidencia de lo variado y complejo del tema. También al incluir un caso
de violencia contra una mujer transexual, violencia muy conectada a los
patrones machistas, homofóbicos y transfóbicos que aún imperan en Cuba.

La proyección de ese capítulo en la pantalla chica demuestra que ya es
posible tratar esos temas en nuestros medios. Pero no puedo evitar
preguntarme qué habría pasado si en vez de la violencia contra una mujer
transexual por parte de su pareja (y previamente de su propia familia),
se hubiese reflejado la que sufren las transgénero que ejercen el
trabajo sexual a manos de clientes y de la policía.

Al presentar este caso, la dirección del programa logra romper
estereotipos negativos sobre las transexuales y mostrar parte de los
problemas que enfrentan aún después de operadas. Pero queda intacto el
silencio sobre esas otras que no encuentran más alternativa que la
prostitución, que son explotadas por un proxeneta, que quedan indefensas
ante clientes abusivos, y además son objetos de redadas policiales.

El capítulo sobre el hombre que se vale de internet para aprovecharse de
una adolescente tiene el mérito de alertar a los padres y los jóvenes
que vean Rompiendo… en vez de alguna serie coreana. Pese a ello, resulta
poco verosímil que tantas personas en Cuba puedan usar internet desde
sus casas.

En el caso de la adolescente se dice que lo tienen en casa debido al
trabajo del padre, pero que el vendedor de chucherías también lo tenga…
Bueno, quizás fue uno de los afortunados escogidos para el experimento
de internet en el hogar.

Sin embargo, para mí las preguntas más importantes surgen al final: ¿hay
leyes para castigar a individuos como el que aparece en el programa?
¿Está tipificado ese delito en nuestro país? ¿Será que los directores
prefirieron la solución de que el individuo huya para evadir la cuestión
legal?

La idea del programa es de aplaudir y la dramaturgia ha sido atinada al
recurrir al suspenso en ocasiones y no conformarse con una intención
didáctica. Sin embargo, la dramaturgia ha cojeado por momentos. No es
del todo creíble la forma en que una ciega identifica finalmente a su
violador, ni que el personaje que va a la cárcel termine viendo a las
tres mujeres a las que de alguna forma ha violentado, en el televisor de
la prisión, participando en una Jornada por la No Violencia contra la
Mujer. Resulta un poco facilista, además, que todas las víctimas
terminen acudiendo a estas jornadas. Por optimista e inspirador que
pueda resultar, es falso que todas las mujeres violentadas logren
salirse de ese círculo vicioso.

No se puede hablar de Rompiendo el silencio sin mencionar el tema de
presentación de Telmary Díaz y Amaury Ramírez Malberti: un ejemplo de
buen rap, con ritmo pegajoso, pero sobre todo buena letra y buena rima.

Espero queden aún muchos capítulos para romper el silencio, o al menos
la parte que es permisible romper, sobre la violencia contra la mujer en
Cuba. Como siempre, la televisión cubana nos muestra el país que
pretende hacernos creer: no hay, al menos en los capítulos vistos hasta
ahora, ni la pobreza ni la marginalidad que generan violencia en muchos
hogares. En esta sociedad, la violencia parece ser provocada solo por
los patrones machistas y patriarcales heredados y reproducidos al
interior de las familias. No hay violencia policial. Las mujeres cubanas
sufren muchos tipos de violencia, pero, según lo visto en Rompiendo…, no
por manifestarse en oposición al Gobierno.

El informe anual del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH),
radicado en Madrid, muestra que durante 2016 ocurrieron 5.273
violaciones de derechos humanos contra mujeres. Más de la mitad de las
9.120 registradas por la organización. Las cifras evidencian un
incremento de la violencia motivada por manifestar oposición al
Gobierno, en el último año. Pero mientras la televisión siga siendo
propiedad de un Estado, que según la Constitución, es guiado por el
Partido Comunista, esa violencia no será mostrada; muchos silencios
continuarán intactos.

Source: 'Rompiendo el silencio', una mirada 'selectiva' a la violencia
contra la mujer | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cultura/1485182568_28356.html

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