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Monday, July 30, 2012

Cuba: un escenario post Payá

Cuba: un escenario post Payá
Publicado el Domingo, 29 Julio 2012 21:35
Carlos Cabrera Pérez

La absurda muerte de Oswaldo Payá Sardiñas y Harold Cepero genera un escenario desfavorable para el raulismo, que debe soportar ahora las sospechas de toda clase y condición, y negociar con Suecia y España. Pero propicia sin dudas una coyuntura favorable para la cúpula de la Iglesia Católica cubana, que intentará hacerse con el legado de un hombre lúcido y honrado, podándolo de sus aristas más incómodas para preservar su línea directa con Raúl Castro.

Una primera lectura apasionada y dolorosa puede alentar la sospecha del asesinato, pero el raulismo es el menos interesado en una monstruosidad así porque con la muerte de Payá pierde a un oponente sensato y coherente, de esos que van a ser los interlocutores en la hora de los premameyes, que es la que vive Cuba actualmente.

Cuando falleció  Jorge Mas Canosa, en 1997, Fidel Castro acusó el golpe porque perdió a su compañero favorito del ping pong que ambos jugaron sobre el Estrecho de la Florida y sobre la desgracia de la mayoría de los cubanos.

Ceremonia y represión

La cúpula de la Iglesia Católica cubana, muy coherente con su insensato oportunismo, no ha dudado en asumir el papel de maestra de ceremonia en los funerales de Payá (no tengo noticias de las honras fúnebres de Harold Cepero) y el mismísimo Cardenal Jaime Ortega -que está en comisión de servicio, porque el Vaticano no ha aceptado su jubilación- no dudó en descender de sus altares para llegar hasta el Cerro y pronunciar el responso. Tras la ceremonia se desató el ataque represivo contra Guillermo Fariñas, Antonio Rodiles y otros opositores, a quienes llevaron en guagua hasta Tarará. Una pena con la escasez energética que asola a el mundo, principalmente a los países pobres.

Monseñor Ortega Alamino y su círculo más cercano saben que una debilidad del Movimiento Cristiano Liberación (MLC) es el hiperliderazgo de Payá y que los próximos meses serán decisivos en su continuidad, en dependencia de la capacidad que tengan sus seguidores de asumir el relevo de un ser humano excepcional. También saben que están ante la oportunidad de atraer al menos a un grupo del MLC, persuadirlo de que los caminos del Señor son inescrutables y que a la Tierra venimos a sufrir, aunque unos más que otros. Sería un estratégico intento de despolitizar el movimiento oposicionista, alegando que todos las prioridades de Payá están en la agenda que Ortega y Caridad Diego, la jefa de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista, despachan a menudo.

De la capacidad de los ahora huérfanos políticos de Oswaldo Payá Sardiñas para mantener al MLC en una postura equidistante con respecto de la curia cubana dependerá el éxito o el fracaso de la voracidad política que se ha desatado en el Cardenal Ortega, que -en alianza con Raúl Castro- pretende erigirse en la voz disonante más notoria del espectro cubano, una postura que es entendible por edad, vivencias y vocación para preservar los intereses de su dogmática empresa por encima de los intereses de Cuba.

El penúltimo golpe de Raúl Castro

Y este abordaje de la cúpula católica cubana beneficia directamente a Raúl Castro y a su equipo, porque les releva -al menos temporalmente- de ocuparse de diseñar el desmantelamiento del legado de Payá, sobre todo ahora cuando parecen ensimismados en encontrar una fórmula que los haga menos dependientes del marciano Hugo Chávez.

Para ello, no sólo se necesita tener buenos vínculos con China, Viet Nam, Rusia y Brasil, sino también que la Unión Europea y Estados Unidos le dejen margen de maniobra en su paulatino y discreto desmantelamiento del fidelismo, aunque las cosas importantes -como los viajes Marte o Plutón, y todas las demás cosas que dice Ricardo Alarcón- haya que consultarlos con el Comandante en Jefe.

De hecho, la trágica muerte de Payá ha obviado el penúltimo golpe de Raúl a Fidel Castro, elevando hasta 67 caballerías la propiedad individual de la tierra y permitiendo que se construyan viviendas y otros inmuebles en dichas fincas. Es importante recordar que la Segunda Ley de Reforma Agraria castrista, limitó a 13 caballerías el máximo de tenencia de tierras y provocó -entre otros trastornos- una escasez crónica de alimentos y la despoblación del campo. Es decir, Raúl está destrozando, sin hacer excesivo ruido, los delirios que heredó a la fuerza y por repentina enfermedad.

Los cambios en el régimen de propiedad de la tierra, la extensión de la fórmula cooperativa a nuevos sectores de la economía y la gradual sustitución del viejo entramado fidelista de negocios con intermediarios –hoy día en el exilio o en la cárcel- indican que Raúl Castro prefiere entenderse con empresas y empresarios de verdad que con intermediarios avispados y simuladores de un discurso rosa y solidario con aquella locura de la Batalla de Ideas, una de sus principales fuentes de enriquecimiento corrupto y de mayor pobreza para los cubanos.

Por tanto, con un país empobrecido y dependiente, pero instruido y atento a las señales del mundo como la Primavera Árabe; con numerosos familiares exiliados que viajan de visita con una visión diferente y el propio efecto contaminador del turismo, incluido el sexual que -al sentirse adoptado por la familia de su novia o novio- se vuelca con la reparación de las persianas, la pintura de las paredes, un refrigerador nuevo y una bata de casa para la abuelita; lo que menos interesaba al raulismo es que Payá muriera de manera trágica.

Prepararse para lo peor

Esta tesis no persigue poner en duda el testimonio de la viuda, la valerosa e íntegra Ofelia Acevedo y la hija de ambos sobre las amenazas recibidas y los avisos que habrían recibido desde el propio coche siniestrado en torno a las presuntas embestidas que les propinaba otro vehículo en una carretera en obras. Pero si esto llegase a confirmarse, entonces el gobierno de La Habana tendría que prepararse para lo peor, pues la repulsa internacional sería aún más fuerte que cuando la Primavera Negra o el fusilamiento de tres jóvenes que llevó a José Saramago a escribir “hasta aquí he llegado” (aunque meses más tarde invitara a comer en Lanzarote a la entonces embajadora cubana y a su marido para relajar tensiones).

Una confirmación de tal estropicio podría ser la chispa que incendie La Habana y el resto de la isla, pues si es cierto que -hasta ahora- el raulismo ha lidiado hábilmente con la disidencia mediante exilio, secuestros expresos, golpizas de las brigadas de Respuesta Rápida (bandas paramilitares maoístas), ni siquiera una acción decidida y clara de Raúl Castro poniendo a los supuestos autores del crimen a disposición de los tribunales para un juicio con garantías, con presencia de observadores internacionales, amortiguaría el brulote que les vendría encima.

La mayoría de los cubanos es aún temerosa de respaldar claramente a la valerosa oposición democrática, de la que recela por la contaminación del régimen con su continuo bombardeo de propaganda y algunos errores de los aparentemente aislados opositores. Pero está harta de pobreza, de promesas incumplidas y de vivir en una cárcel donde nunca se llega a la etapa de adultez socioeconómica.

La inteligente conducta de Payá de no vincularse a Washington ni Miami, de conservar su puesto de trabajo y de mantener las mejores relaciones posibles con todos los vecinos, incluidos los que apoyaban el decorado de dazibaos con que afearon su casa, posibilitó la recogida de 25 mil firmas de apoyo a su Proyecto Varela -una iniciativa ciudadana respondida por Fidel Castro con su torpeza habitual, que ha convertido en figuras mundiales a modestos y valerosos opositores.

Con lo fácil que habría sido dejar que la legal iniciativa discurriera su trámite parlamentario y permitir incluso que Payá la defendiera en la Asamblea Nacional para luego someterla a votación, sabiendo de antemano que no prosperaría. Era la manera más efectiva, nacional e internacionalmente, que el oficialismo tuvo para desarmar a Payá y a sus apoyos. Pero ocurrió todo lo contrario, como era previsible en una mentalidad totalitaria y excluyente.

Con los zapatos al revés

Algunos análisis simplistas y emocionales que se explican por el dolor de un exilio demasiado prolongado, tienden a creer que los cubanos de dentro son un rebaño de ovejas. Pero en Túnez, donde comenzó la Primavera Árabe que tanto teme Raúl Castro, no encendió la mecha un grupo disidente, sino un joven padre de dos hijos que se había quedado en paro y a quien la policía decomisó un pequeño lote de verduras y frutas que intentaba vender para dar de comer a sus hijos. El joven se dirigió al frente del Palacio Presidencial y se  quemó a lo bonzo; ahora esas llamas están ya llegando a Damasco.

Hace unos días, un reportaje de la prensa independiente contaba que un padre desesperado ante la carencia de transporte para llevar a su hijo con un ataque de asma agudo al hospital más próximo, causó numerosos destrozos en una sede municipal del Partido Comunista de Cuba porque un funcionario le dijo que ponía a su disposición el único vehículo existente, pero que debía comprar la gasolina. Y da igual que mañana, salga un portavoz diciendo que la revolución no tiene culpa de la actuación de los burócratas: la mayoría de los cubanos sabe que el mal que padecen tiene más de 50 años y que ese desdichado burócrata puede jugar con la cadena, pero nunca con el mono.

Los cubanos llevamos más de medio siglo poniéndonos los zapatos al revés y suplantando el diálogo racional y fecundo por una gritería insulsa, no siempre exenta de lágrimas, pero que ha convertido a Cuba en la perversión del delirio colectivo. Nada más desolador que asomarse a nuestra isla para constatar con dolor como se parece mucho a una casa habanera a oscuras, donde muchos se mueven en la ilegalidad, la alegalidad o en el limbo, pero si a alguien le da por encender la luz o esgrimir una linterna, la mayoría corre a esconderse.

Tomemos conciencia de que está en peligro la nación cubana. Me gustaría que todos los cubanos y extranjeros posibles comprendan esta exhortación de urgencia como un sentido tributo a Oswaldo Payá Sardiñas y Harold Cepero.

http://cafefuerte.com/opinion/opinion/puntos-de-vista/2061-cuba-un-escenario-post-paya

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