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Sunday, May 06, 2012

La muerte de “Barbarroja” Manuel Piñeiro

Publicado el sábado, 05.05.12

Los Sicarios de Fidel

La muerte de "Barbarroja" Manuel Piñeiro

A continuación la última entrega de Castro's Secrets: The CIA and Cuba's
Intelligence Machine (Los secretos de Castro: la CIA y la máquina de
inteligencia de Cuba), de Brian Latell.
Brian Latell

Manuel Piñeiro —Barbarroja — dirigió la Dirección General de
Inteligencia (DGI) de Cuba desde su creación. Durante años acumuló un
enorme poder e incontables secretos sobre operaciones encubiertas en
todo el mundo. Algunos creen que fue asesinado por orden de Fidel o Raúl
Castro. Sabía demasiado.

La deserción de Florentino Aspillaga del Directorio General de
Inteligencia de Cuba — el DGI, la fuerza elitista de espías de Fidel
Castro — fue un doble golpe para La Habana. No solamente era él un
oficial de inteligencia altamente condecorado, sino que era un veterano,
miembro de una de las primeras clases que se graduó en la escuela de
inteligencia del DGI. Se matriculó en noviembre de 1962, pocas semanas
después de la resolución de la crisis cubana de los cohetes y varios
meses antes de cumplir 16 años. "Era mi destino trabajar en
inteligencia", me dijo Aspillaga cuando nos vimos por primera vez, 20
años después de su deserción en 1987.

Todos sus 50 compañeros de clase eran también precoces, la mayoría
también adolescentes, de 16 a 19 años de edad. El mayor de ellos tenía
23 años, y había otro chico que era más joven que él. Eran maleables y
aprendían rápido, entusiastas acólitos en un servicio de inteligencia en
ciernes dirigido por revolucionarios incondicionales, la mayoría apenas
unos años mayores.

Ramiro Valdés, el ministro del Interior en la cima de la cadena de
mando, tenía 30 años. Manuel Piñeiro — Barbarroja, educado en Estados
Unidos —, quien dirigió el DGI desde su creación, tenía 28. Fidel tenía
36; Raúl, 31, Che Guevara, 34. La mayoría de las demás figuras en el
círculo de más alto nivel también andaban en sus 20 o 30 años, al igual
que los operativos más importantes del DGI en el extranjero. Armando
López Orta — el suave "Arquímedes'' — era un caso típico. Amigo de
Piñeiro, tenía 30 años cuando se le asignó la dirección del enorme
Centro del DGI en París. Todos estaban a la vanguardia de una agitación
generacional que convulsionó la sociedad cubana.

No era, pues, sorprendente que esos jóvenes duros de Piñeiro llamaran
bastante la atención. El ex ministro de Relaciones Exteriores mexicano y
autor Jorge Castañeda, que conocía bien a Barbarroja, escribió acerca de
la manera en que al principio eran fáciles de identificar. Los muchachos
del jefe del DGI "eran generalmente jóvenes, de clase media baja o
bastante pobres, toscos pero brillantes". Castañeda también citó a un
colombiano que conocía a algunos de ellos: "Piñeiro enseñó a estos
muchachos a vestirse y a usar tenedores y cuchillos en la mesa".

No había en sus antecedentes céspedes cuidados donde jugar, ni ropa
blanca para jugar tenis, ni noches de etiqueta para galas estudiantiles.
La mayoría, incluyendo a Aspillaga, apenas habían ido a la escuela.

Fácilmente descartables, como lo hicieron algunos en la CIA, estos
adolescentes cubanos eran inquebrantables creyentes en Fidel y su
revolución. Meticulosamente entrenados y listos para casi cualquier
cosa, no debieron haber sido subestimados.

Ladinos y con una inteligencia que se adquiere en la calle, habían sido
endurecidos durante sus años de combatientes guerrilleros o
conspiradores en la clandestinidad urbana de la revolución. Algunos
sobrevivieron a la brutal adversidad de la prisión política de Batista.
Muchos fueron acólitos que adoraban a Fidel o a Raúl, o a Piñeiro o a
otro teniente que los trataban como hijos adoptivos. Castañeda escribió
que los muchachos de Piñeiro "lo adoraban y tenían total devoción hacia él".

Un oficial de la CIA en Santiago de Cuba, en el extremo oriental de la
isla, también admiraba a Barbarroja en varias reuniones que tuvieron en
1958. Me dijo que tenía una alta opinión de Piñeiro. "Yo pensaba que era
realmente una buena persona. No era comunista cuando yo lo conocí".

Este experimentado agente de la CIA también había sido decepcionado.
Piñeiro había estudiado en los años 50 en la Universidad de Columbia en
Nueva York, donde cortejó a una bailarina de ballet nacida en Tennessee
y se casó con ella. Hablaba un inglés coloquial y se hizo un experto en
proyectarse ante los estadounidenses como un hombre encantador. Pero
después, cuando echó su suerte con los hermanos Castro, se convirtió en
un revolucionario duro. Compartió la antipatía que ellos sentían hacia
Estados Unidos y su deseo de sembrar la revolución en toda
Latinoamérica. Fidel y Raúl no tuvieron duda de que él era la selección
perfecta para lanzar y dirigir su naciente servicio de inteligencia.

Bajo el fuerte liderazgo de Barbarroja, no le tomó mucho tiempo al DGI
lograr algo cercano a una excelencia de clase mundial. Cinco
instructores de la KGB desempeñaron un papel crucial en ese logro. El
futuro director de la CIA Richard Helms recordó que habían hecho "un
trabajo realmente asombroso".

Los soviéticos les enseñaron la gama completa de tareas ilícitas. El
jefe de los tutores, un ruso bajito de pelo canoso a quien los cubanos
apodaron "el francés", hablaba buen español. Con su guardaespaldas o
ayudante soviético, se le veía a menudo junto a Piñeiro. Los
instructores cubanos de la escuela de inteligencia aprendieron rápido de
estos veteranos de la KGB, y Barbarroja innovó e improvisó. Los mejores
estudiantes que completaban un curso en alguna especialidad operacional
con frecuencia saltaban al frente de la clase, donde enseñaban a
principiantes la materia que acababan de dominar. Ese patrón continuó
clase tras clase.

Pero los profesionales de inteligencia de Cuba nunca podían estar
seguros de que permanecerían siempre en buenas con el régimen. Durante
sus décadas en el poder, Fidel autorizó la ejecución de una larga lista
de infractores, incluyendo a dos jefes de inteligencia que murieron en
circunstancias misteriosas, probablemente bajo órdenes suyas.

Barbarroja Piñeiro fue uno de ellos. Un ex funcionario del gobierno
cubano bien conectado que trabajó estrechamente con él durante muchos
años asegura que Piñeiro fue asesinado en 1998 bajo órdenes de Fidel o
Raúl Castro.

Como muchos otros miembros del séquito de los hermanos Castro a lo largo
de décadas, Piñeiro se había desviado de las rígidas ortodoxias y había
sido echado a un lado. Pero "era imposible retirarlo", me dijo mi
fuente. Sabía demasiado; estaba escribiendo un libro, y cometió el error
de comentarlo con otros. Toda su carrera — más de 40 años — había
habitado entre la inteligencia y la intriga. Todo lo que había logrado
lo había hecho en representación de Fidel o Raúl en operaciones
encubiertas en docenas de países en varios continentes. ¿Sobre qué otro
tema iba a estar escribiendo?

El día después de su muerte, agentes de la seguridad registraron su casa
en La Habana "como si fuera un disidente" o un conspirador. Había
"guardado todo tipo de papeles", según el ex funcionario cubano que
ahora vive en Florida. También me contó que la casa de Piñeiro
"seguramente tenía micrófonos ocultos" y él había estado hablando con
demasiada libertad.

El guardaespaldas de Barbarroja, que fungía también como su chofer,
también estaba seguro de que a su jefe lo habían asesinado. Se dijo que
Piñeiro se había desmayado en el timón de su automóvil, lo cual resultó
en un accidente de un solo vehículo en las calles de La Habana.
Sobrevivió a heridas leves y fue llevado a un hospital de ejecutivos del
gobierno para mantenerlo bajo observación, sólo para morir en su cama
del hospital de un infarto cardíaco, según dijo el régimen. Un día antes
del accidente, el ministerio de Transporte había ordenado a su chofer
que se tomara algunos días de vacaciones: Piñeiro conduciría su propio
automóvil. Mi fuente me contó que el consternado chofer lamentó
abiertamente: "Ellos sabían. Ellos sabían".

Brian Latell

http://www.elnuevoherald.com/2012/05/05/v-fullstory/1196075/la-muerte-de-barbarroja-manuel.html

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