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Tuesday, May 22, 2012

El exilio, entre sueño y pesadilla

Opinión

El exilio, entre sueño y pesadilla
Lien Carrazana Lau
Madrid 22-05-2012 - 9:07 am.

El cubano no visible

No se trata precisamente de una versión tropical del personaje escrito
por H. G. Wells en The Invisible Man, sino de quienes queman las naves
ancladas en Cuba y se lanzan al mundo, en caída libre, como si fuera un
acantilado. Los que se fueron, a la primera, a la tremenda, en
estampida, a donde sea, los que dijeron: haré lo que haga falta para
sobrevivir, porque no querían volver a pedir permiso para existir más
allá de la (ir)realidad cubana.

Mientras los cubanos necesitemos el consentimiento de Papá Estado para
entrar y salir de nuestro propio país, peor aún, mientras se siga
considerando a un cubano desertor por vivir más de once meses fuera de
la Isla, y automáticamente por ello pierda el derecho a residir allí,
Cuba es y seguirá siendo una cárcel al aire libre (y no es noticia). Sea
por ideología, economía o ilusión de conocer otras realidades, si se ha
de comprar la libertad con un permiso de salida, el fenómeno migratorio
toma matiz político.

Pasado el mal trago de esperar la aprobación del régimen para viajar, el
visado del país en cuestión, y cruzar la frontera que convierte a Cuba
en ficción y al mundo en realidad, el "posible emigrante" se transforma
en exiliado cuando atraviesa la puerta sin retorno de "quedarse" y se ve
obligado a renunciar a su país. Así nace otro huérfano de patria, otro
cubano no visible.

Pero el mundo puede volverse otra cárcel para quien no encuentra
asideros legales una vez fugado del calabozo isleño. Actualmente Estados
Unidos es el único país del mundo que reconoce a los cubanos como
exiliados políticos, la polémica y criticada Ley de Ajuste representa
una vía real para acceder al sistema y poder integrarse al nuevo país
donde se pretende vivir. En Europa o América Latina los cubanos en
situación irregular se enfrentan a la exclusión, sólo logran acceder a
aquello que esquiva la legalidad, en algunos países incluso corren
riesgo de expulsión o repatriación, vivir en un limbo legal, no ser ni
de aquí ni de allá, la invisibilidad social.

Vivir en Cuba es muy duro porque sólo unos pocos cercanos al poder
tienen derechos. Vivir en una sociedad democrática donde casi todos
tienen derechos menos unos pocos puede significar la indigencia ciudadana.

Cuando se habla del sufrimiento del pueblo cubano suele enfocarse la
mayor parte del debate en quienes residen en la Isla, pero "pueblo
cubano" es mucho más, de Nueva York a Hong Kong, donde quiera que haya
un cubano. Puede que el orgullo nacional (que a veces se torna
arrogancia y hasta ceguera) impida a algunos asumir que el exilio como
"sueño de libertad" se puede volver pesadilla. Puede que se quiera
ocultar una imagen de fracaso ante quienes quedaron atrás y necesitan
sustento, restar preocupaciones a familias que ya tiene bastante con
vivir en la miseria y que no entenderían como problema no tener
calefacción o agua caliente cuando ni siquiera tienen agua en las
tuberías y viven entre apagones. Se abre una abismo entre Cuba y el
paria, que comienza a formar parte de una tropa que idealiza y congela
en la memoria un país imaginario. Los miembros de esta tropa la pasan
mal, algunos conocidos les dirán que pasaron por eso (como si existiera
un manual del exiliado y fuera imprescindible vivir las mismas
vicisitudes, como si no hubiera crisis en medio mundo, como si nada
hubiera cambiado en cincuenta, diez, cuatro años), "saldrás de esta,
¡ánimo! —palmada en el hombro⎯, nos vemos".

Sin patria no se tiene casa familiar a la que regresar. Sólo queda
encontrar un país de alquiler, integrarse a otra sociedad, arraigarse.
Volverse visible.

Madrastra (S)pain

España es el segundo país de la diáspora donde más cubanos residen, sin
embargo no existe esa comunidad que hace de Miami una segunda Cuba en
miniatura. Y es que el cubano huyendo del totalitarismo también ha huido
de su identidad, que no son la salsa, el ron, el tabaco y la alegría,
sino el sentimiento de pertenencia a una tierra, una cultura, el
compromiso con una realidad que lo marca, de la que forma parte, y que
obviarla no la hace menos existente; la primera desilusión del cubano
ingenuo que cree que escapó es saber que de la política no se escapa, su
aureola alcanza más allá de la geografía. El miedo y la paranoia a
sufrir represalias, a no poder regresar ni de turista, hacen que muchos,
incluso bien establecidos y con nacionalidad de adopción, opten por el
silencio o la indiferencia.

Uno de los grandes logros del castrismo ha sido la desunión, no se trata
ya del viejo juego los de dentro vs. los de fuera, sino también entre
exiliados políticos y "económicos", entre viejas y nuevas generaciones,
entre invisibles y visibles.

Para que un inmigrante en situación irregular obtenga permiso de
residencia en España hay básicamente estas opciones: 1) Se contrae
matrimonio con un nacional. 2) A través de lo que se denomina arraigo,
después de probar que se reside desde hace tres años en el país y se
presenta (como condición imprescindible) un contrato de trabajo con
requisitos específicos (por el período de un año como mínimo). De no
cumplirse estos requisitos, la petición de residencia puede ser
declinada o ni siquiera aceptada a trámite.

Teniendo en cuenta la grave crisis por la que atraviesa España, con 5
millones de parados, ¿de qué modo puede encontrar trabajo un sin
papeles? ¿Qué opción le queda a un cubano que no puede (ni quiere)
volver a la Isla, y tampoco puede integrarse al nuevo país donde vive y
del cual no puede salir de manera legal? La marginación, la resistencia,
las alcantarillas de la sociedad. El fenómeno se repite con vertientes
diferentes, y hasta más amargas, en Ecuador, México, en un aeropuerto en
Costa Rica. ¿Qué amparo legal, asesoramiento, ONG, fundación, grupo,
partido, ofrece específicamente a los cubanos en situación irregular
atención jurídica y humanitaria?

Este 17 de mayo se aprobaron las medidas de recortes en la sanidad
pública española que dejarán sin cobertura médica —sólo acceso a
urgencias— a unos 153.000 extranjeros sin permiso de residencia en toda
España, entre los cuales se encuentran cubanos, por supuesto. ¿Cuántos?
Quién sabe. Muchos andarán camuflados. Ninguna persona es ilegal porque
no es ilegal respirar, ser un inmigrante en situación irregular no es un
delito, es una falta administrativa, pero nunca debe convertirse en un
estatus permanente, ya que constituye la anulación del individuo como
ciudadano.

El gobierno español reconoce al régimen castrista como una dictadura,
pero los cubanos son tratados como el resto de los inmigrante, sin tener
en cuenta las desventajas que poseen debido a la aberrante política
castrista. A diferencia del latinoamericano, el africano, el árabe y
hasta los asiáticos, el cubano no tiene país-casa a donde volver (así
sea a la fuerza) después de cruzado el plazo impuesto por el régimen
para el regreso. Que algunos pocos, tras años en el exterior, hayan
regresado, no prueba que sea una práctica frecuente —las peticiones de
repatriación se aplican fundamentalmente por razones "humanitarias",
después de presentar "pruebas documentales" de enfermedad o falta de
medios—. Hay quienes no han logrado entrar al país ni siquiera al
entierro de familiares. Las experiencias de unos no sirven como
plantilla para otros, pero sí podrían ayudar para crear mecanismos que
eviten seguir cayendo al vacío sin paracaídas ni red de protección.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) de España, 47.381
cubanos poseían nacionalidad española en el año 2010. En 2011 alcanzaron
la cifra de 54.265, frente a los 53.917 con nacionalidad cubana que
residen en territorio español. Hay cubanos médicos, políticos afiliados
a partidos españoles, artistas, escritores, catedráticos, pequeños y
grandes empresarios, camareros, enfermeras, profesores, abogados, y por
supuesto, jineteras y chulos. Hay restaurantes y bares cubanos, tiendas
de santería, pero no hay un centro que ofrezca asesoramiento jurídico a
los inmigrantes cubanos en situación irregular.

Rompecabezas Cuba

En la Isla, los jóvenes siguen soñando con irse para conocer el mundo
que ven en las fotos que manda el primo de Miami junto a un carro que a
lo mejor es del vecino. Las madres siguen lanzando a sus hijas
adolescentes en brazos de extranjeros que le den un futuro mejor (a
saber dónde y en qué idioma). Por su parte, quien encuentra la manera de
entrar y salir se mantiene en la cuerda floja de lo políticamente
correcto. En el exilio los conferencistas llevan más cincuenta años
disertando sobre Cuba, los articulistas escriben, hay decenas de blogs y
todos sus autores tienen algo que compartir; los cubanos siguen sumando
éxitos —como cualquier otro pueblo— aun cuando no sean profetas en su
tierra. Los nombres van de la política a la cultura, pasando por los
negocios. Personas que han logrado sobresalir internacionalmente y
convertirse en ciudadanos del mundo. Individuos que tienen la
oportunidad de hablar y hacer por quienes no tienen voz ni voto en
ninguna parte.

Pero el cubano es una isla en sí mismo. El optimismo y la alegría
imperan en el carácter, pero también el egoísmo, "queremos que las cosas
cambien, pero que las cambien otros". Cuesta aceptar el mea culpa como
parte del cambio que empieza en los individuos y acaba en la nación.

En La Habana o Palma Soriano siguen apresando a los disidentes frente a
vecinos anestesiados por el miedo. Los sin papeles siguen intentando
echar raíces en el aire, ahorrando unos euros para ayudar a los suyos,
aceptando sacrificios y retos. En los 100 Latinos de Madrid siempre hay
algún cubano, cerca de Plaza Mayor los ex presos políticos y sus
familiares desterrados viven a la intemperie esperando una ayuda del
estatal, y muchos de ellos poseen permiso de residencia. Alguien se está
montando ahora mismo en un avión y no piensa volver. Puede que sueñe con
una nueva vida y quizás la consiga. O no. ¿Se le puede decir a un
prisionero que no huya de la cárcel? Miles de cubanos seguirán tirándose
al vacío (tenga éste forma de balsa o avión), tratando de alcanzar un
espejismo que puede volverse pesadilla. El sueño de un país plural y
democrático no llegará sin el empeño colectivo. Mientras, seguiremos
fragmentándonos, como pequeñas piezas de puzzle diseminadas por el
mundo, sin llegar a encajar del todo en ningún sitio.

http://www.diariodecuba.com/cuba/11180-el-exilio-entre-sueno-y-pesadilla

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