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Monday, April 30, 2007

UNA FAMILIA CUBANA

UNA FAMILIA CUBANA
2007-04-30.
Shelyn Rojas, Periodista Independiente

30 de abril 2007. La Habana – Maggie vino de la zona oriental en los
años 90. Con un poco de dinero y suerte, se acomodó en un cuarto de un
edificio de la Habana Vieja. Al poco tiempo trajo a sus hijos Ahmed
Rodríguez y Laís Hernández. Más tarde todos sus hermanos emigraron
también. Para vivir un poco mejor, se vieron obligados a abandonar sus
tierras. Sufrir la lejanía.

La madre de Maggie, Mimi, como la llaman todos cariñosamente, prefirió
quedarse allá. Disfruta del canto de su gallo viejo y de que el aroma
del mar de Antillas la despierten. Su pequeña casa de madera tiene el
encanto de quedar frente a la bahía. De esta forma, cuando su prole
deseara regresar de visita a la zona que los vio nacer y disfrutar del
sol abrasador y las olas del mar, tenían un lugar donde estar.

Desde La Habana, todos ayudan a Mimi. A pesar de la distancia, nunca le
falta la compañía de uno de sus hijos o nietos.

Maggie se casó. Su vida marchaba bien. Su hijo Ahmed, en plena juventud,
decidió luchar por la libertad de su país. Dio sus primeros pasos en la
oposición colaborando con, entre otras organizaciones, la Fundación
Cubana de Derechos Humanos; y como periodista independiente en la
agencia de Prensa Jóvenes sin Censura.

El esposo, Maggie y demás familiares apoyan a Ahmed en todo. Confirman
que Ahmed tiene razón a pesar de sufrir las consecuencias del acoso de
la Seguridad del Estado.

Las detenciones en 100 y Aldabó no cesan. Maggie fue víctima de estos
sucesos. El amor de madre la enfrentó al poder. Hizo ayuno frente a la
sede del Departamento Técnico de Investigaciones para que le devolvieran
a su hijo.

Hoy, la familia de Maggie espera emigrar a un país seguro donde se
practica la democracia.

Su única preocupación es Mimi. No quieren dejarla abandonada a su suerte
pero ella dice que está muy vieja para viajar y empezar otra vida.

Maggie quería dejarle las pocas cosas que su esposo le había podido
comprar en todos estos años: una lavadora, un refrigerador y otros
artículos domésticos que a Mimi no le vendrían mal. Está vieja y
cansada, merece un poco de comodidades.

Pero en Cuba, las autoridades se quedan con todas las propiedades de los
que se van, desde la casa hasta el último de los artículos
electrodomésticos, sin que importe lo averiado que este esté. Todo lo
apuntan en un inventario. Los CDR (Comité de Defensa de la Revolución)
se encargan de vigilar que nada salga de la casa. Cuando la Reforma
Urbana sella la habitación, les quitan hasta la libreta de racionamiento.

Maggie se irá. Ella y sus hijos al fin serán libres. Pero con los ojos
humedecidos comenta su dilema. No podrá dejarle nada a su madre.
Sólo la promesa de que no la olvidarán y que volverán. Un día no lejano.
Cuando la patria sea libre.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10021

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